Ahí está la cigüeña blanca, símbolo natural de Extremadura. Hermosa, con sus aparatosos nidos sobre postes, campanarios, señales de autovía, ... Pero lo que era y es una hermosa ave se ha convertido en una grave amenaza para el devenir de un desarrollo armónico de las poblaciones de fauna de muchas otras especies, en especial anfibios y reptiles. Cada año más y más nidos se ven ocupados, y en su mayoría llevando a buen termino las nuevas generaciones de cigüeñas (normalmente 3 pollos que se desarrollan sin problema). He pasado muchas tardes observando sus devaneos entre los juncos, dentro del agua en las orillas de las charcas. Allí, capturan cientos de renacuajos de diversas clases de anfibios, ejemplares adultos, pececillos, ... Incluso localizan los nidos de aves que crían en el suelo y secuestra a los desafortunados pollos para dárselos de comer a su prole de hambrientos cigüeñuelos. Muchas de las cigüeñas blancas ya no migran a África. Se quedan aquí todo el año, y su población está aumentando de forma alarmante. Quizás sea el momento de controlar, de algún modo no traumático, las poblaciones de esta zancuda.
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